martes, 22 de diciembre de 2009

"Ahora somos los dueños de sus vidas"

Por Natalia López
"Ahora somos los dueños de sus vidas". Eso fue lo que le dijeron a Rufino Jorge Almeida y a su mujer Claudia Estevez el día que los secuestraron. A partir de ese momento, pasaron a ser G55 y G56, primer indicio de lo que Almeida después describiría como una “metodología del miedo”.
Para obtener información sobre una persona (aparentemente adinerada) de nombre Viviana, los secuestradores llegaron a aplicarle picana y golpes de todo tipo, incluso con cadenas. Presenció, además, los maltratos perpetrados a su mujer, y la palabra “maltrato” queda chica cuando cuenta que le arrancaron parte del cuero cabelludo. Pero una de las peores torturas, a su criterio, fue estar ahí, escuchar los gritos, el dolor, los llantos, teniendo que además bancar humillaciones y promesas indignas como la de llevarlos a una “granja de recuperación”.
Su liberación tuvo que ver supuestamente con una “nueva política”: recuperar a la juventud. Para eso también había un plan. Primero la fantasía de obtener la libertad sin saber con certeza si eso iba a suceder realmente, luego nuevos interrogatorios y, una vez liberados, llegaron los controles -que eran visitas a distintas horas a su casa para asegurarse de que estuvieran siguiendo las órdenes acerca del comportamiento que debían mantener-. Por otro lado, todos los miércoles tenían la obligación de llamar a un número de teléfono para reportarse desde julio de 1978 hasta 1983, año en que la voz femenina que atendía le dijo a Almeida: “No llames más”. Ese llamado, impuesto, era lo que les recordaba que ellos “estaban ahí”.
Algunos de los torturadores identificados por el testigo fueron los apodados: Cobani, el Padre, Soler, Centeno, Facundo, el Polaco, Paco, Miguelito, Colores, el Turco Julián, Kung Fu, el Negro Raúl, Angelito y Rolando.
Una última acción, antes de liberarlos, fue el atrevimiento de llevar al padre de Almeida al último interrogatorio para que escuchara las actividades políticas/ gremiales en las que su hijo estaba involucrado. De ahí en más, sería “responsabilidad” del padre mantener a su hijo al margen de todo aquello.
Almeida fue claro y contundente en su testimonio, cuando describió el terror empleado por los represores: "Nos golpearon, violaron a las mujeres, nos torturaron. Ahora yo soy Abuelo, se robaron los bebés. ¿Qué les faltó? Comérselos en pedacitos".

Una sobreviviente relató el horror que vivió en el CCD Club Atlético

Hacía tres meses que Delia Barrera y Ferrando (22) y Hugo Alberto Scutari (25), ambos militantes de la JUP, se habían mudado juntos. Cinco años de novios y un proyecto de vida en común se truncarían de golpe el 5 de agosto de 1977.
Ese día Hugo fue secuestrado cerca de la estación Primera Junta, en el barrio porteño de Caballito, y horas más tarde se llevaron a Delia. Hugo, quien se desempeñaba como empleado bancario (era también delegado de base) y estudiaba Derecho, sigue desaparecido. Delia, por su parte, sobrevivió al terrorismo de Estado y ayer declaró ante el TOF N° 2, encargado de juzgar los crímenes cometidos en el circuito ABO.
“En la puerta de mi edificio me vendaron los ojos, me esposaron, me pusieron un cuchillo en el cuello y me tiraron adentro de una ambulancia. Ahí, contra el piso, me bajaron los pantalones y me metieron un dedo en la vagina. ‘Estoy buscando la pastilla de cianuro’, me dijo uno de estos torturadores, mientras me apuntaba con un revólver en la cabeza”.
A poco de arrancar, a Delia le preguntaron si conocía el tango “Caminito”. “Sí, lo conozco”, respondió ella, y acto seguido los secuestradores comenzaron a cantarlo y la obligaron a ella a hacer lo mismo. Desde entonces, Delia siente asco cada vez que escucha ese tango.
Después de un viaje de unos tres cuartos de hora, la bajaron del vehículo, la ingresaron al centro clandestino de detención Club Atlético, le quitaron el sueldo (que había cobrado ese día) y lo poco de valor que tenía encima. A partir de allí, dejó de ser Delia y pasó a ser “H-26”, tal el nombre que le asignaron en el campo.
La arrojaron en una sala oscura, sola, desnuda y engrillada. “Quedate tranquila que estoy acá”, alcanza a oír Delia. La voz de Hugo, capturado horas antes que ella, efectivamente la calma, pero dura poco, al rato los sacan al pasillo y los conducen a “la leonera”, donde son picaneados y golpeados. El represor Juan Carlos Falcón, alias Kung Fu, reprochó a sus subordinados por no golpear demasiado fuerte a los detenidos. “Yo les voy a demostrar cómo se pega”, dijo.
En “el quirófano”, además de Kung Fu, estaba Eufemio Jorge Uballes (“Führer”), quien, haciendo gala de su apodo, hacía gritar a los supliciados “Heil Hitler”. También estaba “Doctor K”, Eduardo Emilio Kalinec. “Boluda, tenés las costillas fisuradas pero no te podemos vendar porque te podés ahorcar con las vendas”, le dijo a Delia luego de una brutal tortura.
Kalinec presenció el testimonio de Delia en la sala de audiencias, pese a que ésta hubiera preferido no sentir la mirada de ex policía federal. Con valentía, Delia recordó con detalles el horror que padeció adentro del Club Atlético. La acompañó una foto de Hugo, que colocó sobre una maqueta del centro clandestino, y los cientos de familiares y militantes por los derechos humanos que llenaron la sala y la aplaudieron entre lágrimas. Una mujer, en la bandeja superior, no aplaudió. Era una hija de Kalinec, de unos treinta y cinco años, quien seguramente aún no puede creer las cosas de las que fue capaz su padre.

jueves, 17 de diciembre de 2009

"Me habían liberado pero estaba desaparecida de mí misma", expresó una sobreviviente

Dos Madres de Plaza de Mayo, una integrante de HIJOS y su madre, ex detenida-desaparecida, prestaron declaración ante el Tribunal Oral Federal Nº 2 por los crímenes cometidos en el CCD Club Atlético, uno de los eslabones del circuito ABO.

El primer testimonio fue el de Carmen Aguiar de Lapacó, madre de Alejandra Lapacó, desaparecida el 17 de marzo de 1977. Carmen, quien también fue secuestrada junto a su hija, su yerno y un sobrino, integra la Asociación Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, y declaró con la foto de su hija en el pecho durante casi dos horas.
El día del operativo estaba en la casa su hija Alejandra, su compañero Marcelo Butti, su sobrino Alejandro y Carmen. Los militares tomaron las bebidas alcohólicas que había en la casa y cuando terminaron preguntaron: “¿Podemos tomar agua fría?”.
“Un absurdo”, sostuvo Carmen, “¿se me tomaron todo el alcohol y ahora piden permiso para tomar agua?”. Tres días pasó Carmen en el CCD Club Atlético, en los que pudo tener contacto con su hija. “La última vez que vi a Alejandra me abrazó y me dijo que no daba más, que la estaban picaneando mucho”.
A la declaración de Carmen Lapacó siguió la de Paula Maroni, hija de Juan Patricio Maroni, detenido-desaparecido el 5 de abril de 1977 junto a su mujer, María Rosa Giganti, quien fue liberada días después. Paula, con un pañuelo de HIJOS en el cuello, explicó lo que significa ser hija de un desaparecido. Su testimonio giró en torno a tres cartas de su padre.
En una de las misivas, Patricio daba cuenta de su convicción cristiana y afirmaba que para él la única manera de ser cristiano era estar con los más necesitados. En otra, se mostraba desencantado con la realidad política del país, en particular con las políticas de Isabel Martínez de Perón, señalaba la urgencia de terminar con el sometimiento del pueblo, y hablaba de “independencia económica”. En la tercera y última carta que leyó Paula ante el tribunal, Patricio le contaba a su papá –y abuelo de Paula– que en breve él también sería padre.
Paula también se refirió a la importancia que significó y significa para ella pertenecer a la agrupación HIJOS, ya que junto con el resto de sus compañeros ha podido tramitar el duelo y convertir ese dolor en acción, así como los escraches permitieron en tiempos de impunidad construir “la condena social”.
Dos de las letradas defensoras de los represores interrogaron a Paula acerca de la pertenencia política de Juan Patricio. A la abogada Verónica Blanco, la joven respondió que lamentablemente no podía saberlo porque su padre no estaba con ella desde 1977 y que los compañeros que militaban con él, que podrían saberlo, se encuentran desaparecidos.
La abogada Valeria Corbacho insistió: “¿Pero usted sabe si su padre pertenecía a un movimiento político que estaba prohibido y era ilegal en esa época?”. Ante esto, la fiscalía se interpuso: “Toda la actividad política era ilegal durante la última dictadura militar”. “No ha lugar”, resolvió el tribunal.
Por su parte, Erniqueta Maroni, la abuela de Paula, declaró con la foto de sus dos hijos desaparecidos en el pecho y el pañuelo de Madre de Plaza de Mayo en la cabeza. Enriqueta fue testigo del secuestro de su hijo y su nuera. Desde entonces, guarda en su memoria las caras de los represores que usurparon su hogar para llevarse a los jóvenes. Tiempo después, de hecho, pudo reconocer que uno de los que había raptado a su hijo Juan Patricio era el ex agente de Inteligencia, Raúl Gulielminetti, hoy imputado en la Causa ESMA. Enriqueta relató además el secuestro de su otra hija, Beatriz Maroni, junto a su compañero, Carlos Alberto Rincón, quienes permanecen desaparecidos.
Enriqueta, al igual que Paula, describió el regreso de María Rosa Giganti como la llegada de otra persona, “distinta”. Y como su nieta, valoró el haber sido capaz de juntarse con otros familiares e integrarse a las Madres para realizar una búsqueda colectiva y no en soledad.
No faltaron las anécdotas en su declaración. La familia de Enriqueta, durante la dictadura, padeció una persecución constante. En cierta ocasión que Paula salía de la escuela junto a sus primos, se encontraron con todo el barrio (y su propia casa) cubierto con pintadas que decían “Enriqueta Maroni, madre de terrorista”, entre otras frases, suceso sobre el cual Enriqueta aportó fotos al tribunal.
La Madre de Plaza de Mayo recordó a Emilio Mignone, fundador del CELS: “Él me enseñó que debíamos hablar de ‘detenido-desaparecido’ y no de ‘desaparecido’, a secas. Porque a los desaparecidos pretenden quitarles entidad, en cambio el detenido es una perdona con proyectos. Los detenidos-desaparecidos son hombres y mujeres que luchaban por la vida y no por la muerte”.
Tampoco falto el agradecimiento al tribunal por llevar adelante este juicio, y completó: “Nosotros ya hemos hecho todo lo que pudimos para que haya justicia, ahora les toca a ustedes, a la Justicia”.
El testimonio de María Rosa Giganti, compañera de Juan Patricio Maroni y madre de Paula, cerró la audiencia. María Rosa contó el secuestro junto a su marido y lo difícil que fue volver. “Me habían liberado, pero estaba desaparecida de mí misma”, subrayó. No saber qué había ocurrido con su marido la desesperaba, lo buscó incansablemente, hasta que entendió que no regresaría. “Me costaba vivir cada día”, dijo.
Cuando salió del Atlético y volvió a casa, a María Rosa también se le hizo difícil conectarse con su hija. “Yo era una persona mutilada”, aseguró. Años más tarde, pudo reconocer que estuvo detenida en el Atlético porque participó activamente de la reconstrucción de ese centro de detención hoy convertido en un espacio de memoria. Asimismo, el lapso en el que estuvo cautiva allí coincide con el período de funcionamiento de ese campo. “M-46” era la identificación de María Rosa adentro del Atlético.
Psicóloga de profesión, María Rosa explicó lo duro que resulta para la psiquis humana comprender la desaparición de una persona. Nunca pudo reponerse, se llevaron al hombre que había elegido para compartir su vida. “Patricio era un hombre maravilloso, buen compañero, buen hijo, buen padre”.
María Rosa agradeció a los Maroni por haberla acogido y contenido durante todos estos años y sostuvo que la memoria continuará viva en la familia: “Voy a contar a mis nietos quién fue su abuelo”.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cambios en el cronograma de testigos

LUNES 21/12/09 (9.00)
7) Delia Barrera y Ferrando
8) Aurora Zuccio de Bellocchio
9) Mónica Marisa Córdoba
10) Emma Ferrario de Toscano

MARTES 22/12/09 (9.00)
11) Rufino Almeida
12) Carlos R. Cuellar
13) Susana Diéguez
14) Pablo Rieznik

lunes, 14 de diciembre de 2009

CRONOGRAMA DE TESTIGOS

CAUSA 1668 "MIARA, SAMUEL Y OTROS.." (CAUSA A.B.O.) CAUSA 1673 "TEPEDINO, CARLOS ROBERTO ROQUE Y OTROS..."

LUNES 14/12/09 (14.00)
1) María Esther Biscayart de Tello
2) Marcelo Damian Senra
MARTES 15/12/09 (9.00)
3) Carmen Aguiar de Lapaco
4) Enriqueta Rodriguez de Maroni
5) Maria Rosa Giganti
6) MAria Paula Maroni
LUNES 21/12/09 (9.00)
7) Jorge A. Giovannoni
8) Monica Marisa Cordoba
9) Emma Ferrario de Toscano
10) Aurora Zuccio de Bellocchio
MARTES 22/12/09 (9.00)
11) Carlos R. Cuellar
12) Susana Dieguez
13) Pablo Rieznik
VIERNES 15/1/10 (11.00)
14) Miguel Guagnini
MARTES 2/2/10 (9.00)
15) Delia Barrera y Ferrando
16) Rufino Almeida
17) Juan A. Guillen
18) Fernando Daniel Tocco Basualdo
LUNES 8/2/10
19) Julieta Risso
20) Pablo M. Risso
21) Carlos Pisoni
22) Estela de la Cuadra
MARTES 9/2/10
23) Natalia Mateu
24) Ramiro Poce
25) Beatriz Bobes de Marandet
26) Marcela Marandet
MIERCOLES 10/2/10
27) Manuel Goizueta
28) Ana Matilde Israel
29) Hector Israel
30) Alicia Juana Arana
LUNES 15/2/10 (9.00)
31) Guillermo Cabrera Cerochi
32) Carlos Noe Reyes

Una madre pidió a los imputados saber el destino de dos de sus hijos

Buenos Aires, 14 de diciembre (Télam).- María Esther Tello, madre de dos hijos desaparecidos durante la dictadura, pidió hoy cara a cara a los acusados de esos hechos que le digan "qué hicieron con ellos".
"Así como mis hijos tenían derechos que no se cumplieron, yo también tengo el derecho constitucional a saber y voy a reclamar por el paradero de mis hijos, porque ustedes saben lo que hicieron con ellos", dijo la madre.
Con voz temblorosa, la octogenaria madre hizo el desgarrador pedido sobre sus hijos Daniel, de 29 años, y Rafael, de 25, el iniciarse la etapa testimonial en el juicio contra quince represores que actuaron en el centro clandestino de detención Club Atlético-Banco-Olimpo, donde los jóvenes fueron vistos por testigos.
Tello los miró a la cara a varios y lamentó no encontrar en su recorrida a Julio Simón, alias el Turco Julián, un torturador ya condenado a 25 años de prisión por otros crímenes juzgados con anterioridad.
En el banquillo de los acusados estaban los ex comisarios Samuel Miara, Augusto Rolón, Raúl González, Eufemio Jorge Uballes, Eduardo Kalinec, Luis Juan Donocik y Roberto Rosa, y el penitenciario Juan Carlos Avena, que permanecían en la sala luego de las indagatorias.
En cambio, aconsejados por su defensora, Verónica Blanco, pidieron retirarse de la sala y lo lograron seis de los acusados, entre ellos el ex agente de inteligencia Raúl Guglieminetti.
La escena fue seguida con emoción por el público, entre el cual se encontraba el embajador de Francia en Argentina, Juan Pierre Azvatadourian, dado que tanto ellos como un tercer hermano desaparecido en Córdoba, tenían nacionalidad francesa, al igual que la madre.
Antes del testimonio, cuatro de los quince acusados de cometer centenares de tormentos y privaciones ilegítimas de libertad en este circuito represivo administrado por la Policía Federal bajo le orbita del Primer Cuerpo de Ejército se negaron a declarar.
A esa actitud recomendada por la defensora Valeria Carbacho se acogieron los comisarios Miara, Rosa y Uballes y el capitán de ejército Enrique José Del Pino.

Las indagatorias a los acusados culminaron sin novedades

Los cuatro imputados con defensa particular que quedaban por declarar en la etapa de indagatorias del juicio oral y público por los crímenes cometidos en el circuito ABO se negaron a declarar, al menos “hasta el momento”, por sugerencia de su abogada defensora, Valeria Carbacho.
Los comisarios Samuel Miara (apropiador de los mellizos Reggiardo Tolosa), Eufemio Jorge Uballes y Roberto Rosa, y el capitán del Ejército Enrique José Del Pino siguieron una estrategia bien conocida: el silencio.
El debate oral, que comenzó el 24 de noviembre, ya ingresó en la fase de las declaraciones testimoniales. Por la tarde de hoy declararon María Esther Biscayart de Tello y Marcelo Damián Senra.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cuatro represores se negaron a declarar en la apertura de las indagatorias

Por Natalia López
“Por expreso pedido de mi abogada, me niego a declarar”, dijo Raúl González, ex oficial superior retirado e imputado en el juicio por los crímenes cometidos en el circuito ABO en el que hoy comenzaron las declaraciones indagatorias. Con otras palabras, otros tres acusados tomaron la misma posición: el ex gendarme Guillermo Víctor Cardozo, alias Avena, el ex oficial Juan Carlos Falcón, alias Kung Fu, y el único civil, Raúl Guglielminetti, alias Mayor Rogelio Guastavino.
Cardozo fue el primero en subir a declarar. Los testigos solicitados por la querella, que iban a declarar posteriormente, debieron retirarse de la sala así como también los otros imputados. Esto hizo más lento cada uno de los “turnos” porque más allá de que los represores sólo respondieron las preguntas relativas a sus datos personales, sí se leyeron sus declaraciones anteriores –casi íntegras– por pedido de la abogada Blanco.
En los testimonios leídos ante el Tribunal se repitieron frases como: “Nunca estuve en un centro de detención” o “No me suena ninguno de los apodos anteriormente mencionados”.
El Tribunal dijo que iba a tener en cuenta lo requerido por la abogada Elea Peliche, quien pidió una ampliación de la acusación para que los imputados sean juzgados por privación ilegítima de la libertad y tormentos pero además por homicidio.

martes, 1 de diciembre de 2009

La defensa desplegó sus artimañas para dilatar el debate

Por Natalia López
La abogada de la defensa, Verónica Blanco, fue la única que tenía algo para decir ante la consulta del presidente del Tribunal Jorge Alberto Tassara en el cuarto día de lectura del procesamiento de los imputados en el juicio por delitos cometidos durante el último Gobierno de facto en jurisdicción del Primer Cuerpo del Ejército. Blanco indicó que “obsta al inicio del debate” el hecho de que haya “recursos pendientes” necesarios, a su criterio, para saber si sus defendidos van a prestar o no declaración. Con esto se refería a la falta de legajos, reglamentos, fotocopias certificadas del Tribunal Oral Federal Nº 5, entre otras cosas.
Tanto la abogada de la querella, María Inés Bedia, –por Abuelas de Plaza de Mayo- y el abogado Gerardo Fernández –por el Centro de Estudios Legales y Sociales- así como la Fiscalía coincidieron en que “los recursos pendientes” se oponen a otra norma cuando se trata del juzgamiento de crímenes de privación ilegítima de la libertad. A su vez, la Fiscalía recordó que el pedido de la defensa ya había sido rechazado por ese Tribunal el 10 de agosto de 2009. Todos estuvieron de acuerdo en que el planteo realizado por la defensa se trata de una “maniobra” para dilatar e incluso impedir la realización misma del debate.
Cerca de las once de la mañana, el Tribunal decidió pasar a un cuarto intermedio hasta las 16 horas.